Hagan sus apuestas señores, la ruleta de la moral está lista. Y los cuatro caballeros colocaron sus
fichas en la mesa para dar inicio al juego: uno apostó al número de la verdad, otro al de la mentira, un tercero al de la vida
y el último al de la muerte. El número 69 correspondiente al sexo, quedó vacío. La apuesta se cerró con un “no va más
“mientras la bola caía por inercia en la
casilla vencedora.
El sexo gana, dijo la
crupier mirando con lujuria a los jugadores: La banca nunca pierde.