No quiero mentir, me dijo, deja que salga por la puerta,
solo eso. Y dejé que saliera de mi vida aceptando lo inevitable; al final, la única
certeza que nos queda es que nada dura
para siempre. Los años de amor eterno se escurrieron entre mis manos
dejando un poso de soledad que me consumió durante algún tiempo, pero pasó (como
pasa todo en este mundo) y volví a la tediosa
cotidianidad de siempre.
Unos
meses más tarde, recibí la primera carta. Parecía feliz, me contaba sobre sus
viajes, sus descubrimientos y de como se había reencontrado consigo mismo. Me
agradecía el gesto de generosidad que hice (según él) dejándolo partir sin
dramas ni súplicas. En realidad, hacía tiempo que me había ido preparando y mi orgullo de mujer No-despechada era lo
único que me hacía sentir bien. Un par de meses después, recibí la segunda
carta y su estado de ánimo ya no me pareció tan fantástico como en la anterior. Según contaba, el dinero se
iba acabando y no se le hacía fácil encontrar un trabajo que cubriera sus
necesidades dificultando de sobremanera sus planes. Se despedía de nuevo recordándome lo maravillosa que era y bla, bla ,bla… Pasó
más de un año antes de recibir su tercera carta y esta vez vomitó sobre el papel todas sus decepciones con el mundo, sus desengaños con la gente y la necesidad imperiosa que tenía de
hablar conmigo, porque según decía, nadie lo conocía ni lo comprendía tan bien
como yo. Sentí cierta tristeza , no mentiré, pero eso fue todo : el tiempo
es el mejor aliado para el olvido y la des-afección ya había dejado su huella .
Dos años después, sin más, se presentó un día en mi casa : escuálido, envejecido, con
los ojos llorosos y la mirada perdida, se abalanzó sobre mí diciéndome entre sollozos que yo era el amor de su vida, que
había sido un estúpido y que lo dejara regresar.
- creo que se equivoca de persona, le dije.
Y se alejó cabizbajo mientras yo lo observaba con
una enorme sonrisa de satisfacción vengada.
N del A: La verdad de la historia es que nunca volvió, que fui
una mujer despechada y que todavía diez años después, sigo echándolo de
menos. Pero me quedan los cuentos y esos, esos sí terminan como a
mí me viene en gana.
1 comentario:
Con dos - o varios- ¿O es que el autor no es libre?
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