martes, 6 de diciembre de 2011

Un poco mas



Está bien, un par de esquinas mas y paramos. Se sentía cansada, agotada, angustiada y con un terrible sudor frío recorriéndole el cuerpo, pero aguantó. Al llegar, el dijo, vamos un par mas, ¿cómo? dijiste dos, ya he hecho el esfuerzo. Vamos niña, que te cuesta, un par mas .Respiró profundamente, miró al cielo, seguía con sudores cada vez más fríos, pero siguió.

Al llegar dos esquinas mas allá, la... miró y dijo, ¿lo ves? ¡Claro que puedes! es cuestión de querer, solo eso, venga un par mas, ¡No, basta, ya está bien! no mas por favor... venga niña que te cuesta si no es nada.
Su angustia se acrecentó, estaba agotada, apenas sin fuerzas y el sudor frío empapaba ya toda su ropa. Está bien, contestó, y siguió.
No habían llegado a la mitad de la siguiente esquina, cuando su cuerpo se desplomó sobre el asfalto. No sentía nada, no había sudor, ni dolor, ni angustia, no más esfuerzo, solo alguien gritando a su lado, No!!!! Despierta! ¡No me dejes! pero la paz de la muerte era tan dulce, que no hizo nada para volver a vivir.
El anduvo  esquinas y esquinas y esquinas, solo, completamente solo y en silencio. Nunca más volvió la vista atrás. Jamás recupero el sentido de su andar.
Así transcurrió su vida, hasta que un día, su cuerpo se desplomo sobre el asfalto, miro hacia el cielo vio la sonrisa de ella resplandecer ante si, y al fin, abrazó a la muerte, con serenidad, feliz, sin más.


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